Pacífico: «Mar del sur», «Lago español»

Mapa de Waldsemuller (1506), primero en el que se bautiza al Nuevo Mundo como «América» y también es novedoso porque representa el Pacífico sin tener certeza de su existencia

Según Fernández-Armesto, uno de los acontecimientos más importantes de todos los tiempos dio comienzo a la Edad Moderna: el encuentro de la humanidad, el choque de civilizaciones unos 30.000 años después de cruzar el estrecho de Bering. Ese fue el gran mérito del Almirante genovés, unir «dos mundos» que habían desarrollado caracteres particulares por separado.  Cristobal Colón o los hermanos Pinzón, creyendo que habían llegado a la India,  llamaron a San Juan o la Española en su conjunto «las Indias». Así fue como, por un error extendido, se denominó  en la documentación oficial de la Corona Hispánica al resto de las tierras exploradas.

El afán descubridor de los expedicionarios no encontró límites en «las Indias». El tercer viaje de Colón pasó cerca de las bocas del gran Orinoco. La magnitud de su caudal hizo pensar a Juan de la Cosa  que ese río no podía si no provenir de Tierra Firme. Sin embargo, el gran cartógrafo intuyó que aquello ante lo que se encontraban no eran los dominios del Gran Kan con las que soñaba Colón, sino un «Mundus Novus». A estas tierras, Waldseemüller fue el primero que las bautizó  como «América» (1506), en honor al que  creía que era  su descubridor, Américo Vespucci. Lejos del debate etimológico que pudo derivar de esta decisión, nos interesa algo mucho más intrigante: la primera representación de un posible océano al otro lado del nuevo continente…

Núñez de Balboa es el primer europeo en avistar el Pacífico

Tendríamos que esperar hasta 1512 para que Núñez de Balboa tuviera el honor de ser el primer hombre europeo en avistar el que sería llamado «Mar del Sur» y corroborar las conjeturas de los cartógrafos europeos. Decir otra cosa, pecar de eurocentrismo historiográfico sería negar la percepción visual de los indígenas.

En rojo las «islas de la Especiería», ansiadas por Magallanes y vendidas a Portugal en 1529

Posteriormente, el 21 de noviembre de 1521, Magallanes y Elcano abrirían la verdadera ruta al Oriente de Marco Polo al encontrar el paso hacia el «Mar del Sur». A partir de aquí, o desde expediciones patrocinadas por el Virrey de Nueva España, los expedicionarios Loaysa, Saavedra, Villalobos, Legazpi y, sobre todo, Urdaneta terminarían consolidando el camino a las denominadas Filipinas y las Molucas o «islas de la especiería».

«Estrecho de Magallanes» o «De todos los Santos», por ser hallado el 21-11-1520

El gran olvidado de la historiografía americanista es el océano Pacífico, «lago español» hasta que el corsario Sir Francis Drake logró desvelar el gran secreto de la monarquía hispánica: el peligroso Estrecho de Magallanes o «de Todos los Santos». A partir de entonces, la piratería, el corsarismo y el filibusterismo dieron el salto a las costas occidentales del Nuevo Mundo. Las potencias europeas enemigas en el continente trasladaron sus conflictos a altamar. Así, unos y otros comenzaron a asaltar el Galeón de Manila, así como los barcos de la Carrera de Indias entre Perú, Panamá y Nueva España.

James Cook, quizá el navegante, explorador y científico inglés más importante de todos los tiempos

Sin embargo, mucho antes que Bouganville, que La Pérouse o que Cook, quien negó todo mérito a los navegantes bajo señera hispánica; antes que todos ellos, repito, Álvaro de Mendaña surcó la «Terra Australis», Pedro Fernández de Quirós fue en busca de las Nuevas Hébridas y las Salomón y Gabriel de Castilla, desviado por una tormenta, arribó a las costas de la Antártida 150 años antes que el susodicho almirante inglés.

¿Cuál fue el móvil, intelectual o material, que empujó a estos individuos a tan magna empresa? Acaso, el deseo de fundar una nueva cristiandad, los grandes mitos atribuidos a los mares ignotos o la convicción de establecer relaciones comerciales favorables a su Rey. Otros, incluso, llegaron a pensar en un posible asalto militar a Catay, pero la situación en la Europa dividida hicieron aún más utópicos estos planes.

Mapa de Abraham Ortelius, 1598

Con este artículo no pretendemos ensalzar un nacionalismo inútil y anacrónico que no tiene cabida entre el resto de artículos publicados. Unicamente buscamos ofrecer un aliciente más para conocer la historia de los navegantes del Mar del Sur, unos hombres que, sea cual fuera su procedencia, tuvieron el valor, el interés o la curiosidad de recorrer un océano tan extenso como misterioso. En sus aguas, entre sus islas, no fueron pocos los navíos que encallaron. Algunos de ellos fueron la nao Santiago, de la expeidicón de Saavedra, la San Tomás, de Francisco de Ulloa o la Santa Isabel, de la de Álvaro de Mendaña.

Huahine, con razón bautizada por Boanechea en 1774 como «Isla la Preciosa«

En posteriores ocasiones trataremos algunos de estos viajes pormenorizadamente. Relataremos las calamidades sufridas por los navegantes que acompañaron al malogrado Grijalva. Explicaremos las hazañas de Urdaneta y Arellano, que encontraron el camino de vuelta desde Filipinas. Nos asombraremos del espíritu medieval que aún perduraba en la mentalidad de Quirós, quien fundó una Orden de Caballería en medio del Pacífico en 1606, justo cuando se publicaba el Quijote en España y, cómo no, hablaremos por extenso de la expedición de Malaspina, la más importante en el ámbito científico que financió la corona para el conocimiento del Mar del Sur; uno de los protagonistas más olvidado de la historiografía española.

PARA SABER MÁS. BIBLIOGRAFÍA.

Beranabeu Albert, Salvador, La aventura de lo imposible, 2000

Carrasco, Landín, Islario español del Pacífico, Ediciones Cultura Hispánica, 1984

VV.AA., Descubrimientos españoles en el mar del sur, 1991, 3 vol.

VV.AA., Atlas de los exploradores españoles, Sociedad Geográfica Española, 2009