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La villa donde Platero se hizo carne y verso


Juan Ramón Jiménez nació en la calle Rivera de Moguer, el 23-10-1881. Esta era una  zona de marineros, borrachos en ocasiones, y donde el bandolerismo se encarnaba en los niños vecinos no escolarizados que tiraban piedras a las farolas y los ventanales. El colmo para esta familia fue la apertura de la carretera Huelva-Sevilla, por la que entraba un abundante flujo de mercancías que hacían la vida cotidiana mucho más ruidosa que con anterioridad. Por estos motivos, cuando el vate onubense contaba con tan solo cinco años, los Jiménez decidieron trasladarse a un nuevo hogar. Medio siglo después, el poeta, a propuesta del Ayuntamiento de Moguer, pidió que, de crearse una casa-museo en su honor, tuviera por enclave el lugar donde arraigaban los recuerdos de su infancia, de sus progenitores, de su Platero, de Zenobia…

Casa-Museo de Juan Ramón Jiménez, en Moguer


En Moguer, Juan Ramón Jiménez (JRJ), solo pudo estudiar la educación primaria, pero para acrecentar sus conocimientos, sus experiencias y su expediente profesional tuvo que trasladarse a Huelva. Cuando termina el bachillerato de Artes, JRJ marcha a la universidad de Sevilla, donde comenzará a estudiar Derecho, por decisión paterna, y Pintura, por inclinación personal. Cosas de la vida, no terminará ninguna de las dos carreras, bien por el desinterés que le contagian sus diferentes profesores, bien porque comenzó a escribir sus primeros poemarios.

Retrato del poeta adolescente

Sin embargo, para continuar en esta ciudad, mintió durante dos años a sus padres, a los que hizo creer que estaba matriculado en abogacía para que siguieran enviándole dinero con el que mantenerse. En este tiempo leerá, especialmente, a los poetas románticos en el Ateneo de Sevilla. Sus padres descubren que JRJ no responde a las expectativas que habían depositado sobre él y lo obligan a volver a Moguer. Estando aquí, recibe una carta de Villaespesa y Rubén Darío, quienes le invitan a publicar los poemas que tuviera escritos, en este caso «Almas de violeta» y «Ninfeas», con tan solo 19 años.

El ambiente de la capital no lo termina de convencer. Regresará a su ciudad natal, momento que coincide, tragicamente, con el fallecimiento de su padre. A partir de entonces, JRJ sufrirá depresiones periódicas que le llevarán a obsesionarse con su propia muerte, hasta el punto de terminar ingresado en un manicomio de Burdeos y luego en Santa María del Rosario, de Madrid. Al regreso, ya en Moguer, se instaló en la  finca de Fuente Piña, lugar famoso porque el poeta dijo que allí enterró a Platero, aunque la verdad es que él se encontró verdadro acomodo porque vivía a 50 metros de su médico… tal era su obsesión.

Fuentepiña, finca del poeta y la familia, bajo cuyo gran pino -en imagen- está enterrado Platero


Con 30 años había escrito 20 obras (Poemas Agrestes, Baladas de Primavera, Platero…). El negocio familiar, él piensa, no va a ser su principal fuente de ingresos. Es entonces cuando se instala definitivamente en Madrid. Trabajará en la Residencia de Estudiantes, donde conocerá a Zenobia Camprubí, mujer excelente, modernísima, de mentalidad abierta y muy generosa, hasta el punto de sacrificar la mayoría de su tiempo y su esfuerzo para proporcionar a JRJ todo lo que necesitara para escribir. Tanto es así que ella fue la verdadera administradora del hogar: regentó una especie de inmobiliaria menor, trabajó como decoradora, como guía turística, como traductora (por ejemplo, de los poemas del indio Tagore del inglés al español) y exportadora de artesanía española a EE.UU.

Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez en su boda neoyorkina


Se casaron en Nueva York 2-3-1936 («Diario de un poeta recién casado»). Pasarán tres meses de viajes por EE.UU. donde su esposa tenía familia y a la que pudo conocer el poeta onubense. Volvieron a Madrid, donde vivieron de casados hasta 1936. Con el estallido de la Guerra Civil acogen a 12 niños huérfanos en uno de los pisos que alquilaba Zenobia. Pero un suceso cambiaría el rumbo de sus vidas y los expulsaría tragicamente de la España en guerra. JRJ fue confundido con un cura al que estaban buscando y lo encañonaron hasta que descubrieron que el poeta no tenía el diente de oro por el que se caracterizaba el clérigo. El culmen de sus desgracias fue la noticia del fusilamiento de García Lorca en Víznar.

Granada, julio de 1924. A la Izquierda Federico Gracía Lorca, Zenobia, Isabel García Lorca, Emilia Llanos, Juan Ramón y Concha García Lorca


El gobierno de la República le facilitó a JRJ un pasaporte diplomático con el que poder salir de España rumbo a las Américas. Y aunque él marchó con la idea de volver en dos o tres meses, no lo haría ya jamás. Durante año y medio recorrió el Caribe hasta que a principios de 1939 el matrimonio decide irse a vivir a EE.UU., donde ambos conseguirán una plaza para dar clases en la Universidad.

JRJ en la Duke University


Allí, decía, no podía escribir a gusto por el idioma que tenía que aprender: «cada vez que aprendo una palabra en inglés, se me olvidan tres en español». Estuvo durante doce años en un país anglófono sin querer hablar inglés. Podemos imaginar el calvario que supuso esta experiencia para el poeta.

Casa del poeta en Hato del Rey. Puerto Rico


Los médicos y su esposa creen que la mejor solución es trasladarse a algún país donde tanto el idioma, como el clima fueran similares a los de Andalucía. En Puerto Rico lo invitaron para trabajar como profesor universitario. El día 25-10-1956 le llega un telegrama informándole de que había recibido el Premio Nobel de Literatura. Esta noticia irrumpe en un pésimo momento: su esposa, Zenobia Camprubí, agonizaba por un cáncer en fase terminal. Tres días después fallece la compañera de su vida.

El poeta junto a su esposa, Zenobia, en Puerto Rico, meses antes de que ella falleciese


JRJ no se encuentra con fuerzas para trasladarse a Suecia, donde le harían entrega de la condecoración, pero tampoco quiere que un representante del gobierno que lo mantenía en el exilio lo representase ante aquel jurado. Así que, en lugar del embajador español en Suecia, el Rector de la Universidad de Puerto Rico,  Jaime Benítez, fue en lugar de JRJ. La mitad de la dotación económica (millón y medio de pesetas) fue donada Moguer, ayuntamiento que empleó el dinero en la construcción de la casa-museo, mientras que el resto lo recibió la Universidad de Puerto Rico, donde también hay una estatua en honor de Zenobia y Juan Ramón.

Gustavo VI de Suecia hace entrega del galardón del Premio Nobel de Literatura a Jaime Benítez rector de la Universidad de Puerto Rico, que lo recoge en nombre de JRJ.


Entre 1956 y 1958, siguió viviendo en la isla caribeña, pero el poeta onubense, ya sin esposa, sin motivación para vivir, se abandonó fisica y psicológicamente hasta fallecer de bronco-neumonía el 29-5-1958 . Será un sobrino suyo quien hará realidad su petición de ser enterrado, junto a su esposa, en la población de Moguer: «Morir es solo mirar adentro; abrir la vida solamente adentro; ser castillo inexpugnable para los vivos de la vida».

Los féretros de Zenobia y JRJ llegan a Moguer desde Puerto Rico en 1958, por expreso deseo del poeta.


Cuando caía la tarde en Moguer, nos alejamos en dirección a la plaza del Ayuntamiento y el convento de Santa Clara. Las paredes, todas ellas encaladas de blanco, guardaban la esencia de principios de siglo entre las flores que colgaban de sus balcones enrejados. Me recordaban a aquella bella ciudad manchega, Almagro, vecina de la que provengo. Y al igual que Lope de Vega está inevitablemente ligado a la historia de su Corral de Comedias, los monumentos, la gente, la luz de Moguer transpira a Juan Ramón Jiménez por sus mil y un poros onubenses.

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*Agradecimientos: a la «Casa-Museo Zenobia y Juan Ramón Jiménez» y a la página web «www.cervantesvirtual.es» por facilitarnos parte del texto y las fotografías aquí expuestas. Para poder ver la vida del poeta en fotografías, entrad aquí.

  1. cliopatra90
    julio 18, 2010 a las 2:39 pm

    Que artículo tan bonito Manu, enhorabuena ^^

  2. blademanu
    julio 18, 2010 a las 3:30 pm

    Hasta me he emocionado al releerlo para corregirlo… Y que conste que admiro bastante más a Zenobia que a JRJ. Ella fue la que debió recibir el Nobel. Ella es la triunfadora en la sombra.

  3. Memorant
    julio 24, 2010 a las 6:01 pm

    Me ha gustado bastante, conocía muy poco de la vida de Juan Ramón. Habría estado perfecto de haber puesto alguno de sus versos. 😉

    Espero que te esté yendo bien, ya nos contarás tus aventuras a la vuelta ¡Abrazos Manu!

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