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Del pupitre al laboratorio: la educación femenina en España. Rosa María Capel Martínez


 

 

          La conferencia seguirá una línea general temática: el proceso de las mujeres para entrar en el mundo educativo, no tanto en términos cuantitativos, sino cualitativos.

     Este proceso tiene un periodo muy concreto: las dos décadas finales del siglo XIX y el XX. El reinado de Alfonso XIII y la II República son importantes para comprender los cambios. Entre los cambios que experimentó nuestro país, se encuentran dos que nos interesan sobremanera:

-Progreso en la educación: “Junta de Ampliación de Estudios” y “Comité de   Instrucción Pública”.

-Incorporación al trabajo y a la vida social, el desarrollo del feminismo, el cambio legislativo en nombre de la igualdad.

 

     Ambos van unidos desde que se reivindica la necesidad de educar las mujeres (ilustrados). Así se rompe con la tradición que atribuye a las mujeres incapacidad física para estudiar. Para los ilustrados era necesario educarlas para que fueran mejores esposas y madres, para que cumplieran su función correctamente. Este interés se va a trasladas al s.XIX. ES un elemento heredado de la ilustración, pues, sobre esta base, el mundo liberal del XIX añade nuevos elementos derivados de las nuevas circunstancias históricas: la educación pasaría a ser un derecho de la ciudadanía (antes era elitista). La educación pasará a ser fundamental para poder definir el puesto de trabajo, la meritocracia. La educación, en tanto determinaba tu puesto de trabajo, que condicionaba tu posición social, era un derecho necesario.

 

     La educación ha sido usada, hasta hoy, como un trasmisor de ideología. En el s.XIX se constituye como elemento clave del poder. La gente es la que vota y a esta se debe controlar desde el colegio. Socialistas y anarquistas crean sus propios centros educativos, donde formar a los hijos de los militantes.

 

      María Ángeles Durán dice que la educación se mueve sobre tres ejes: la familia, la economía y la socio-ideología. En el caso del varón, estos tres apoyos se mueven armónicamente, porque las mejoras son buenas para los hombres desde todos los puntos de vista. No obstante, para las mujeres hay variantes, con ritmo cronológico diferente. No se impulsan para engrosar su educación, sino que cuando tienen acceso a una parcela educativa, pierden capacidad en otra. Acceder a la educación escolar te impide formarte correctamente, por ejemplo, en las tareas domésticas, y por tanto ya no serás buenas esposa.

 

     La acción de las propias mujeres también condiciona su independencia y avance.  Para las primeras feministas, la educación se convierte en un elemento esencial, pero se defiende que sea igual que la recibida por los varones. Esto es así por dos razones:

-Casi todas las integrantes son mujeres educadas en una sociedad diferente y un tanto particular. La mayoría eran profesoras. Ellas saben que ha sido esta posición lo que les ha permitido la emancipación en todas las facetas.

-La educacióne s la única que las puede llevar a ser intelectualmente diferentes. No tienen que depender, así, de otros para forjar su ideología. Mary W. Craft ya decía esto: “necesitan un trabajo que las haga independientes económicamente y una educación para tener independencia intelectualmente”

 

     La evolución de la educación femenina, a nivel europeo, pasa por tres etapas:

            -1868/1910: reivindica la enseñanza primaria o la general

            -1910/1920: reivindicación de la enseñanza igual al varón

            -1920/1936: reivindicación de la enseñanza superior

 

    En el mundo anglosajón, al empezar el s.XX, la educación está completa en las universidades más prestigiosas, como Oxford, Cambridge y Harvard. En España fue diferente. Hasta 1868, solo había “escuelas normales de maestras” y la obligatoriedad legal a que las niñas asistieran entre los 6-9 años (ley Claudio Moyano). Este arco temporal no se amplía por falta de aulas, escuelas y maestras; pero también porque no había conciencia social de que tenían que ser educadas. En 1868 el analfabetismo en España era el 70% (65% en hombres y 86% en mujeres). Las que reciben educación son de elite: algo de gramática, calculo, baile y tareas domésticas.

 

     Pocas fueron universitarias (Concepción Arenal fue una excepción). Desde el Sexenio Revolucionario, los hombres del krausismo van a poner en marcha el debato sobre la educación que corresponde a las mujeres (deben o no y cómo). Además, van a poner en marcha las primeras iniciativas para mejorar los órganos de gobierno y los centros educativos.  Fernando de Castro instituye, en 1869, las Conferencias Dominicales para la mujer en los locales de la Universidad Central (actual Universidad Complutense). Por allí pasaron Pi y otros intelectuales. También creó la “Escuela de institutrices”, para educación particular, que se convirtió en sustituta de la Escuela Normal. Con el tiempo, se unieron ambas iniciativas. La educación de la mujer tenía que adaptarse a los nuevos tiempos.

 

    Cada paso que se dio a favor de la mujer fue apoyado por distintas intelectuales, como Carmen Rojo, Concepción Sáez o Pardo Bazán (que no era maestra, pero sí una mente preclara). Hay un debate sobre los límites de la educación. En 1892 se celebra un Congreso hispano-luso-americano que dedica un apartado entero a discutir estos temas. Bazán expone dos elementos revolucionarios:

-las mujeres deberían tener reconocido el derecho a la enseñanza igual que el hombre, tanto en oportunidades como en contenidos

-la educación y el trabajo femenino debe tener como primer receptor de los beneficios a la propia mujer (y no a la familia o el marido)

 

     El congreso adelanta el derecho de las mujeres españolas a recibir una educación, pero no en todas las profesiones y estudios, pues no todos le podían ser necesarios si algunos trabajos le estaban vedados una vez optara por acceder al mundo laboral. Lo más común entre las mujeres era la farmacia, algunas especialidades e medicina, la oftalmología… pero no otras. Esto limitaba el concepto de “igualdad constitucional”.

     Al acabar el s.XX, España sigue siendo un país de analfabetos, a pesar de haber reducido en 15 puntos los índices de mediados del s.XIX. Solo 44 mujeres se contabilizaban en el bachillerato y 1-4 en la universidad.

    Las tres primeras décadas del s.XX son una eclosión. Se dan leyes, se establece la coeducación en 1909, se reconoce oficialmente el título de Medicina y matrona, se admite que entren a formar parte del ministerio de educación, y se va a crear la primera Institución Educativa Paritaria (Escuela Superior de Magisterio). También es de esta época la norma legal que les permite acceder a la universidad, aunque estudiasen en casa.

 

    Los resultados empezaron a notarse. Se van a homologar los programas y se van a crear centros que mejoren la educación; pero no tantos centros de enseñanza media y universitaria.  A finales del s.XX, se mantiene la segregación sexual en el bachillerato, pues se tenía reticencias a admitir la educación mixta. Se comenzó a reservar algunas palazas para mujeres entre el profesorado. Estas “primeras preferencias” causaron cierto malestar en ciertos sectores masculinos que apelaban a la “meritocracia” como justa medida para el acceso a un puesto de trabajo (olvidando la primacía que  ellos disfrutaron hasta ese momento).

     La “Residencia de señoritas” (dirigida por María de Maetzu) era la versión femenina de la “Residencia de Estudiantes” de Madrid. Se creó en 1915 y permitió traer laboratorios y bibliotecas. Carmen de Burgo, Clara Campoamor, Victoria Kent pasaron por sus aulas.

     El catolicismo renovado, dirigido por el Padre Poveda, institucionalizó la enseñanza en paralelo a la institución de Jiménez Frau. No obstante, de todas las iniciativas, solo la “Institución de las teresianas” tendrá éxito desde 1914. Allí también estuvo Victoria Kent (que luego se matricularía en Derecho).

     El analfabetismo femenino en 1930 era de 50%. La mujer accedió en maoyr número al bachillerato y la universidad y desciende el número que accedió a las Escuelas profesionales. También hay más diversidad de profesiones. Desde 1920 comienza el ascenso que culminará bajo la II República: de 1100 alumnas se pasará a 1930. Las cifras más altas las tuvieron farmacia (que suele ser heredable), ciencias y medicina. Lo que menos suele ser elegido es derecho. Las de “Filosofía y letras” con las de “Magisterio” anteriormente.

 

  1. historiadorhistrionico
    abril 25, 2009 a las 10:38 am

    Manu, mira a ver si puedes cuadrar la pagina, que Sergio, nuestro salvador, no está xD

  2. blademanu
    abril 25, 2009 a las 10:49 am

    Que me escribas solo para esto… me parece muy triste :’-( JAJAJAJAJ Lo he intentado pero no tengo ni pajolera!!!! Sería más fácil que nos enseñara a encuadrarla de nuevo, no? Le enviaré un mail

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